miércoles, 19 de diciembre de 2012

Todas las canciones hablan de mi.

He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso pero no tiene porque ser una tragedia. Si uno no dejase nunca a nada ni a nadie no tendría espacio para lo nuevo. Evolucionar constituye una infidelidad, a los demas, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Cada día debería tener al menos una infidelidad escencial, una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garatizaría la fe en el futuro, una afirmación de que las cosas no solo pueden ser diferentes, sino que mejores.

Borrando cosas en mi computador, encontré ésta nota.

martes, 11 de diciembre de 2012

Tenía muchos borradores guardados. Ja.

Adiós.

Y me marcho. No es que te importe, ni que vayas a detenerme, solo te aviso por si algun dia piensas en lo que me dijiste.

Solo bastarías tu.

Ahí estaba yo mirandote nuevamente a los ojos, y tu diciendo las palabras que yo tanto quise escuchar. Me hacía falta un poco de eso. Me hacía falta un poco de ti. Que rápido es que rompes todos mis esquemas y derrumbas todos los muros que construyo para alejarme de las dudas. Si, en mi mente eso eres. La poca certeza que entrega el amor. No es que cuando me abraces no sienta que dices la verdad, no es que en cada beso no te sienta, es tan solo el hecho, de que dices mucho, pero no significa nada.
Solo bastaría una frase para entregarte todo y más, solo bastarías tu.

Dos vasos de vino.

Recuerdo aquella vez que te vi sentada, junto a él, en aquel sofá. Estabas riéndo.  Yo podía notar que no reías de verdad y, sin embargo, continuaste radiante, pero fingidamente, con tu sonrisa.
Mientras tanto yo también rei. Debo decir que además de que compartía con otros amigos, no solo se debía a eso. Reí porque sabía que me observabas. 
Un par de veces nuestros ojos se encontraron, más apartaste la mirada. En parte para que el no lo notara y en parte, porque no podías soportar que yo te estuviera mirando tan risueño, pero a la vez con tanta pena por ti, y tu falta de coraje.
Apenas si compartimos esa noche y es que pasaste toda la velada entre sus besos y abrazos, que recibías sin mucho animo. Y es que estaba yo en frente, pero ¡bah! ! Quién te entiende?!.
Depronto estabamos allí los dos. Solos al fin. Te abracé tan fuerte, tanto. Tenía rabia, y muchas, pero muchas ganas de besarte.
Cuando por fin lo hice, sentí como te desvanecías. Pude notar que habrías deseado estar así toda la noche, solo que conmigo.

Orgullo

- Entonces ya no te quiero ver.- dijiste mientras te marchabas.

Desde entonces, veo más películas y leo más libros solo para ver si encuentro nuestra historia repetida en ellos, pero con otro final. Un mejor final. Necesito saber que habría pasado si yo hubiera hecho algo para detenerte.

Todo por éste estúpido orgullo.

De José Carlos para Ariadne.

No editado. No terminado. No.