Me muevo agitada hacia adelante y hacia atrás; siento tus manos firmes sobre mis caderas que me impiden moverme de cualquier otra manera. Mi pelo alborotado no me deja verte la cara, pero si tú boca. No pienso en mucho, pero a la vez pienso en todo. Una sutil sensación vertiginosa me detiene. Puedo ver tus pensamientos en el aire y las hojas de los árboles, afuera de tu ventana, moviéndose al ritmo de una canción de Tame Impala. Siento la sangre en mis venas recorrer todo mi cuerpo, hasta mi cerebro que esta confundido de tanto intentar acomodar los pensamientos coherentes que me quedan.
El mundo gira y yo giro con el. Soy parte del ritmo del planeta y del tiempo que avanza sin avisarnos. Pero ahora lo noto. Noto la velocidad de mi respiración y comienzo a respirar consciente de que debo hacerlo. Noto la velocidad con la que pasan los minutos en el reloj. Noto la velocidad de tu boca al moverse y preguntar si estoy bien. Todo, todo, todo.
Siento la manzana que comía hace unos minutos ser digerida y siento las pulsaciones de mi corazón hacerse cada vez más lentas. ¿Estoy muriendo?, me pregunto. Pero no, solo es un sueño. Un sueño de esos vividos.
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